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DEULY

BEATIFICAN A JUAN PABLO ll


Su gesto de besar suelo borincano al arribar a nuestra Isla es una imagen que quedó grabada en toda una generación.


En el 2001, volvió a dibujar una sonrisa en sus feligreses, al hacer realidad el sueño de un pueblo católico proclamando a Carlos Manuel “Charlie” Rodríguez como el primer beato puertorriqueño.Su mirada “penetrante”, pero a la vez llena de humildad, tocó los corazones de los miles que lo conocieron aquel 12 de octubre de 1984.

En fin, dos páginas no serían espacio suficiente para detallar la huella que dejó el papa polaco Juan Pablo II en sus casi 27 años de pontificado en cada pedacito de tierra que pisó y Puerto Rico no fue la excepción, vaya que no.
Su legado es de tal magnitud que desde el día de su muerte, aquel 2 de abril de 2005, seguidores le han reclamado a la jerarquía de la Iglesia su beatificación. Finalmente, se les dio y mañana 1 de mayo, día de la Divina Misericordia, celebración que él mismo proclamó, será venerado en la plaza San Pedro, en Roma, en una ceremonia que será presidida por el papa Benedicto XVI .
El monseñor Roberto González Nieves, quien partió el miércoles a Roma para ser testigo del histórico momento junto con otros religiosos de la Iglesia católica, compartió con Primera Hora la importancia de Juan Pablo II para el pueblo católico puertorriqueño y, en especial, para él.
“El papa Juan Pablo cuando llegaba a un país besaba el suelo y, por lo tanto, fue un gesto muy delicado, muy bonito de su parte, era como un beso de paz para todos los puertorriqueños y puertorriqueñas”, dijo emocionado desde su residencia en el Viejo San Juan.
Hay otras imágenes memorables de esas visitas. También siempre es recordado el mensaje que impartió, uno en el que animó al pueblo católico a continuar con la tradición del rosario jíbaro cantado, así como a fortalecer la base de la sociedad puertorriqueña.
Fue quien impartió ese ímpetu que hizo posible la construcción del Santuario Nacional de la Virgen de la Providencia.
El religioso fue y será muy especial para González Nieves. Lo conoció en el mes de marzo de 1990. Recordó que estaba nervioso por el encuentro. Le avisaron del viaje el mismo día. “Cuando me vio me dijo: 'vescovo giovane'”, recordó sobre las primeras palabras que le dijo el fenecido Papa en italiano que significan “obispo joven”. Tenía 39 años.
“Me hizo sentir muy tranquilo. Conversamos unos breves minutos y me impactó mucho su mirada. Él tenía una mirada muy penetrante, pero una mirada tierna, se concentraba en la persona con quien estaba conversando”, contó.
Ése fue sólo el primer encuentro de unos seis que tuvo con el pontífice. Después compartió la mesa con él y varios obispos durante sus visitas a Roma como parte de su ministerio.
“Esas conversaciones me dieron una percepción de su candidez. Hacía preguntas, entraba en el diálogo y uno se sentía con la libertad de expresarse”, señaló González Nieves.
Fue Juan Pablo II quien lo nombró obispo de la auxiliar de Boston en 1988. En el 1995 lo designó a la diócesis de Corpus Christi y en el 1999 lo nombró a la diócesis de San Juan.